Entrevistas

Sebastián Mejía

por | Mar 24, 2022

Sebastián Mejía Castilla
Fotógrafo. Lima, 1982

Nace en Perú, crece en Colombia. Empieza sus estudios fotográficos en Chile, los termina en Estados Unidos.  Su obra se enfoca en los vestigios de vida primitiva que pasan desapercibidos en la metrópolis moderna y que aparecen visualizados en la operación fotográfica. Sus imágenes conducen al encuentro con el tiempo, resaltando las operaciones del ser humano en el proceso de habitar en sociedad.
Actualmente reside en Santiago de Chile.

Quiero partir esta entrevista con una pregunta provocadora… ¿hay cierta “pasión” en fotografiar “inexpresivamente”?
-Sí. Si definimos pasión como una manera de insistir en un mismo tema, en una misma manera de mirar. Ahora el termino inexpresivamente es complicado, porque la fotografia es un medio tecnológico que por más “neutrales” que tratemos de ser, siempre va a tener una cierta intención del ser humano detrás. Lo que pasa es que relacionamos el termino “expresivo” a los gestos de la pintura, que muchas veces hay equivalentes en la fotografía. Pero, en su propio lenguaje mecánico la foto es muy expresiva también.

 

Usualmente, los profesores tendemos- y yo he caído en esta comparación pedagógica pero no del todo exacta- a contrastar fotógrafos subjetivistas y objetivistas, ¿te consideras un fotógrafo que se centra en hacer hablar al objeto? ¿Por qué?

Yo trato de concentrar todas mis decisiones en darle poder al objeto. Disminuir cualquier tipo de obstaculo o interferencia entre el lector y el objeto. Como ángulos marcados, iluminación dramática o trabajos de posproducción donde la mano del autor se hace presente. El objetivo de eso es usar la fotografia como una especie de vehículo lo más transparente posible, para darle un pedestal al mundo como lo encuentro. Solo en el acto de elegir ya hay una carga subjetiva tremenda, aunque esté usando herramientas supuestamente objetivas.

 

Tengo una cita que quiero que me comentes:
“Si tienes un interés de orden romántico es necesario dar una interpretación clara y sobria del motivo. En el fondo creo que todos tenemos motivaciones sentimentales o románticas. La clasificación, como usted dice, es un procedimiento más certero.” Bernd y Hilla Becher

Me parece que habla de encontrar un balance, entre lo racional e intuitivo. Entre Apolo y Dionisio. Sin caer en algo excesivamente romántico o algo tan cerebral que es más bien fome.

 

En una entrevista se hizo referencia a que tu obra continuaba con una tradición fotográfica que se arrastra desde el siglo XIX. ¿Quieres explicar cuál es esa tradición y como se expresa en tu obra?

Parte con la herramienta, mi camara de formato 4×5. Es una especie de dinosaurio en la era de los telefonos inteligentes.Eso implica un proceso distinto que voy a hablar mas adelante. Pero tambien se inserta en una tradicion de paisaje, en plena revolución industrial la cámara vino a documentar la relación del ser humano con su entorno. La expansión de las ciudades, la extracción de recursos naturales, el crecimiento demográfico son todos temas claves cuando uno mira al paisaje contemporáneo, pero esos temas ya estaban presentes en los primeros paisajes fotográficos de distintas partes del mundo.

Viendo en perspectiva tus trabajos, me gusta pensar que eres una especie de flaneur que va inventariando y clasificando las relaciones que se dan en la urbe…. ¿qué dicen esas relaciones, esas apariencias tan atractivas que se dan entre cultura y naturaleza? Estoy pensando en los Diálogos, por ejemplo, y también en la serie de Las palmeras.

Bueno, la idea de las imágenes es exactamente abrir las lecturas, yo solo puedo decir que trato de combinar la observación (contemplación) con el comentario (crítica). Y así tratar de llegar al equilibrio que habla la cita de los Becher. En mi caso la arquitectura viene a representar la mano del hombre con su anhelo racional y funcional, pero inevitablemente viene el paso del tiempo y la presencia de la naturaleza a ocupar ese espacio. En la serie “diálogos” los autos interactúan con el paisaje modelado de los suburbios, están ahí estáticos planteando preguntas. Las palmeras hablan de una nostalgia por un paisaje “tropical” que ya es parte del imaginario global. Acá, en el cono sur interactuan con un paisaje urbano marcado por una serie de problemas contemporáneos, como la distribución del espacio, la crisis hídrica y el cambio climático. Las imágenes no acusan directamente estos temas, pero están inherentes en el paisaje.

Hablemos de la herramienta. ¿Qué implica desde el cuerpo y la mente fotografiar con una cámara de placas? ¿Qué implica desde el método de trabajo??

El efecto en el cuerpo es claro, nada más acarrear la cámara con todo lo que incluye me obliga a moverme lento, a elegir temas muy especificos. El trípode tiene que ser pesado para darle estabilidad a esta cámara grande que trabaja con tiempos de exposicion muy largos. Cuando trabajo con la camara de placas tengo que ir con algo en mente, no puedo deambular tanto a ver que sale, no solo por el tema del peso, las placas son caras y son pocas, asi que no me puedo dar el lujo de desperdiciar tomas. Ahora todos estos factores afectan la mente, en cómo me planteo llevar al límite estas ciertas características de la herramienta, cómo usar esa camara aparatosa de una manera que no se acuse en la toma. Que no sean fotos tiesas, extremadamente estáticas.

 

Se ha hablado que tus fotografías dan calma, ¿te sientes que eres un fotógrafo que entrega calma?

Mis fotografías buscan un ritmo lento, un tiempo que no es el de la imagen fugaz. Pero detrás de eso hay una serie de temas que chocan con esa aparente “calma”. Creo que ese puede ser el peligro de caer en una mirada excesivamente romántica, que se dejan de lado problemas que estan presentes en el territorio y su representación.

 

Para terminar, quiero leerte este poema e invitarte a decirnos qué te dice de tu obra:
“En las alas del pato
Se acumula la tierna nieve
¡Oh!, este silencio.”
SHIKI

Me encanta como los Haiku logran evocar una imagen, un fragmento. Siento que conversan muy bien con la fotografia y su lenguaje limitado. A mí este poema me habla de lo efímero y la necesidad del ser humano, de tratar de capturarlo, representarlo. En mi caso, son momentos que no son tan fugaces como la nieve en el ala del pato, pero de todos modos merecen un momento de contemplación.