Las fallas que busca la fotografía contemporánea: hacia una «foto rasca»

Las fallas que busca la fotografía contemporánea: hacia una «foto rasca»

A una tendencia importante de la fotografía que se dice “contemporánea” le pasa lo mismo que le ha pasado a la gran mayoría de las artes visuales tributarias de Duchamp: está aburrida de ser artística. Empecinada en buscar en sus límites algo que la arroje a un “no ser” permanente, desea que se la tilde de sucia, fea, bastarda, en extremo ingenua; quiere que se la confunda con otra cosa; ojalá no fotografía; más bien, carente de autoría y que provoque hasta una mezcla de perplejidad y menosprecio. Indudablemente dentro de este estado de experiencias estéticas hay muchos matices que esta nota no puede asumir aquí.
Por de pronto, para entender esta permanente tensión recordemos la relación tan determinante y paradojal que mantiene con la tecnología. No pocas luchas se han llevado a cabo en su contra y en nombre del arte!! En la segunda mitad del siglo XIX era una fórmula ya bien conocida entre los fotógrafos pictorialistas la técnica de desenfocar en cierto grado el motivo (efecto flou) con el propósito de parecerse más a las “Bellas Artes”. Recordemos que  Julia Margaret Cameron hablaba de «ennoblecer» a la fotografía. Y sin embargo, hasta el día de hoy la publicidad se esmera en comunicar que la fotografía (entendida como el instrumento «cámara») es un producto de la más alta tecné al servicio de quien quiere ir de vacaciones y traerse un recuerdo lo más nítido posible. Es decir, “un espejo con memoria” instantánea para quien jamás se le ocurrirá convertirse en fotógrafo.
Hoy la industria fotográfica destina un 80% de su producción a ese mercado de personas y no existe motivo alguno para cambiar de dirección: precisión y automatismo son los atributos dominantes.
En efecto, la fotografía pareciera ser un medio al servicio de;  recordemos que su debut en sociedad lo hizo en nombre de la cienciaEste sello de nacimiento explica lo que muchos fotógrafos no se cansan de afirmar: que su trabajo no puede ser entendido como arte.

No obstante, las personas que hemos pasado por la enseñanza formal de las tecnologías visuales aplicadas sabemos que existe algo así como la técnica y el oficio, competencias por las cuales una imagen adquiere rango profesional en el mundo del trabajo. En otras palabras, la imagen debe tener cierto estatus y este rasgo mide la calidad de la misma. Esto es  muy claro en el ámbito del quehacer publicitario donde al fotógrafo se le prohíbe evidenciar la producción de la misma imagen so pena de que el trabajo no sea aceptado y sufra el descrédito de un mal artesano.  Una imagen que va a ser usada con motivos promocionales está exhaustivamente regulada y existen normas explícitas pero también tácitas que deben respetarse.

Entre los años 1998-1999 destiné gran parte de mi trabajo a realizar fotografías para personas que deseaban trabajar en agencias de modelos. Un amigo mío que oficiaba, entre otras cosas, de busca -modelos frecuentaba mi taller y cada cierto tiempo me traía fotografías realizadas en estudio en las agencias del centro de Santiago.  Lo que me inquietó maravillosamente de esas fotografías era que servían de indicación para todo lo que no debe hacerse si tu deseas ser un profesional de prestigio en el rubro de la imagen publicitaria. Las imágenes habían sido realizadas no previniendo ninguno de los problemas a que se enfrenta un rostro cuando se lo ilumina con un foco directo. Es decir, el tema de la intensidad y el contraste de la luz,  de la atenuación de las sombras y de los brillos  (el leitmotiv de lo publicitario) no existía o había sido trabajado de forma descuidada. A esto se sumaba el hecho de que los fondos eran prácticamente expuestos en su artificio y deterioro. Algo parecido ocurría con la fotogenia de los rostros y la pose que eran llevados a realizar los sujetos:  la construcción parecía forzada.  Yo finalmente leía esto: las sombras que arrojan  los modelos sobre los fondos, las coceduras y pliegues de los sinfines, la kinesia de los cuerpos eran los verdaderos protagonistas de las fotos. En lenguaje coloquial, eran fotografías provenientes de agencias “rascas”, de “medio pelo”, de “mal gusto”.

Sin meditarlo mucho me puse a practicar de inmediato en la técnica del error forzado (y también azaroso) con el objetivo de lograr fotografías bizarras y encontrarme pronto en las fronteras de lo que se conoce como una buena fotografía. Por fortuna no me faltaron eventos para experimentar. Una competencia de Estilistas en Estación Central me prodigó la oportunidad para encontrarme con la construcción estética de las fantasías urbanas del peinado. Las fotografías exhibidas aquí (imágenes de archivo y obra) corresponden solo a una muestra del corpus total.

Quintana y la Productividad Política de la Mirada

Quintana y la Productividad Política de la Mirada

El Partido, el Arte, la Docencia

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Sorprende en el fotógrafo Antonio Quintana una familiaridad tan temprana con las causas revolucionarias de izquierda y sus procesos de transformación social. Esta impronta política marcará, sin duda, el desarrollo de su obra fotográfica autoral. “Traspasado por el viento estremecedor de la Revolución rusa cuando tenía 12 años”, (1) decide tres años después ser militante e ingresa al Partido Comunista de Chile (ex Partido Obrero Socialista). Hacia 1922, participa en la fundación y legalización de dicho partido, realizando labores de adoctrinamiento político, siendo uno de los primeros profesores en enseñar marxismo leninismo en Chile.

La poeta Delia Domínguez que conoció a Quintana por medio de Pablo Neruda comentaba: «siempre bromeábamos que era más viejo que el partido porque había entrado por allá cuando éste tenía otro nombre» (2)

Paralelamente a su actividad política realiza estudios de Física, Química, Filosofía y Arte, desempeñándose como profesor primario en Talca y Puerto Montt. En 1933 es expulsado del Magisterio por su participación en el frente Único de Maestros como militante del Frente Popular, conglomerado de partidos de centro – izquierda opositores al gobierno de tendencia liberal del Presidente Pedro Alessandri.

Debido a la agitación política de esos años producida principalmente por las luchas callejeras entre el Partido Socialista y los nacistas, Alessandri promulga la Ley de Seguridad Interior del Estado, “que armaba al gobierno con una amplia batería de nuevos poderes para controlar las reuniones y las publicaciones dentro y fuera del Congreso.”(3)    Asombra la capacidad de Quintana por perseverar en sus ideales sin importarle las implicancias políticas y legales. Es así como en su domicilio ubicado en calle Independencia se realizaban las reuniones clandestinas del partido Comunista:

“La constante persecución a los militantes comunistas y su buena disposición tanto como la de su mujer a ayudar a la causa, convierten su casa en refugio para los perseguidos y lugar de encuentro y reunión para el Partido.” (4)

En la década del 30 su labor fotográfica se hace notoria en el campo de las Bellas Artes. Comienza a trabajar con pintores y escultores destacados como Camilo Mori, Juan Francisco González y Marta Colvin, elaborando por medio de la fotografía en blanco y negro reproducciones y catálogos de sus obras con la finalidad de difundir sus creaciones.

Quintana con sus conocimientos de química y física crea compuestos y pigmentos para traducir de mejor manera las diferencias tonales de los cuadros en escala de grises. En aquellos tiempos la divulgación de la obra de arte dependía casi por completo de litógrafos y grabadores y su reproducción carecía de fidelidad técnica.

Quintana posteriormente incorpora filtros de colores en la ampliadora con lo que expande la gama luminosa, logrando finalmente una imagen más acabada y fiel de las reproducciones. Esto le significa el respaldo de importantes artistas nacionales en cuyo trabajo ven una proyección social de sus obras. Sin duda los progresos técnicos de este fotógrafo aportan a un cambio ideológico tanto en la producción como en la percepción del arte de la época.

“El problema contiene un cariz más profundo que sólo el aspecto técnico, la mayoría de los artistas de las nuevas corrientes emergentes no llegaban al circuito artístico sino con grandes dificultades y tampoco estaban los medios periodísticos idóneos. Las obras quedaban a merced de los arbitrios de una élite formada por artistas y críticos decimonónicos, entronizados en ese entonces en las aulas de la Escuela de Bellas Artes y en la prensa escrita”.(5)

Paralelamente Quintana es contratado como fotógrafo para la Revista de las Artes y de Arquitectura y Construcción de la Universidad de Chile. A partir de 1935 participa en diversas exposiciones y salones de fotografía logrando cada vez mayor notoriedad. En esos años, el museo Nacional de Bellas Artes inaugura una sección en sus salones especialmente dedicada a mostrar el quehacer fotográfico en Chile. En este contexto de apertura y de valoración de la fotografía como disciplina, Quintana es quien parece mejor encarnar el proceso. Siendo docente de la Escuela Nacional de Artes Gráficas, en 1940 constituye por primera vez en el país las cátedras de Fotografía Artística y Panorámica, Fotografía Industrial y de Reproducciones. Todos estos hitos se pueden entender como eslabones de un proceso de racionalización de la fotografía y un reconocimiento a su propia experiencia en el campo técnico y artístico. Desde entonces Quintana ejerce la docencia de manera sensible y práctica, tendiendo a la formación de una notable generación de fotógrafos con un fuerte énfasis en lo social. (6) “Enseñó que la fotografía es un extraordinario medio de expresión y nunca un mero registro de la realidad.” (7)

En el ámbito político, y durante el Gobierno de centro-izquierda del Presidente Aguirre Cerda, -“Gobernar es Educar” fue su más famoso lema- esta conciencia social es encarnada por una joven clase media deseosa de profundos cambios. Dentro del programa de reformas prometidas está la ansiada reforma agraria que debe sucumbir finalmente ante las presiones de los poderosos hacendados. Por otra parte, el país inicia en aquellos años una política expansiva de la educación pública y un proceso de industrialización pujante, el que será notablemente registrado por un Quintana sensible a la clase trabajadora como analizaremos más adelante.

En 1946 participa en la formación de la Alianza de Intelectuales para la Defensa de la Democracia junto con el poeta Pablo Neruda, quien será electo presidente y Quintana el Secretario General.  Dentro de esa Alianza se reúnen destacados personajes del mundo de arte y del saber; convergen ideales, cosmovisiones y concepciones estéticas. Pero lamentablemente esta asociación dura menos de un año debido a la persecución al Partido Comunista liderada por el Presidente de la República González Videla.

Quintana debe abandonar rápidamente el país. Ayudado por su amigo Domingo Ulloa viaja a la Argentina y trabaja en la Municipalidad de Buenos Aires como jefe del laboratorio fotográfico del estudio arquitectónico del plan de la ciudad:

“Un día el maestro no llegó a hacer clases. El gobierno de González Videla lo tildó de enemigo y debió huir una noche de invierno. Gracias a la ayuda de Ulloa –quien hizo los trámites por él en el aeropuerto – pudo eludir el cerco policial y llegar a Argentina. Pero el «Chico», que siempre tuvo grandes convicciones, se enfrentó nuevamente al exilio cuando se negó a hacer una gigantografía de Evita Perón. Partió a Uruguay con lo puesto. Allá hizo carrera como foto muralista y participó en la dirección fotográfica de un documental.”

Un Muralismo de tipo Fotográfico

“…Antonio Quintana trabaja ya, también en la ruta de las posibles y necesarias relaciones actuales de la fotografía con las artes plásticas en su conjunto, como colaborador documental realista, como aliado de excepcional elocuencia gráfica, como indicador insustituible de los fenómenos del movimiento…”  (8)
David Alfaro Siqueiros

En efecto, como aquel indicador de los fenómenos del movimiento, pero también como catalizador visual de los procesos sociales, Antonio Quintana, beneficiado por la tecnología fotográfica del formato medio, inicia en la década del cuarenta una vigorosa amplificación del realismo fotográfico. Veremos que esta transformación dialoga con las corrientes artísticas de su época.
En 1941 por iniciativa de Neruda, David Alfaro Siqueiros llega a Chile para hacerse cargo  de la decoración y la pintura mural de los salones y la biblioteca de la Escuela México en Chillán. Cabe señalar que este proyecto obedeció a una iniciativa cultural del gobierno de México para solidarizar con los planes de reconstrucción de la ciudad luego del terremoto de 1939. Junto a un grupo de importantes pintores chilenos, entre los cuales destaca Camilo Mori, Quintana es llamado a participar en el proceso de registro fotográfico de la obra.

No sabemos con certeza si esta inclinación del fotógrafo a desarrollar fotos de dimensiones murales es motivada por la visita de Siqueiros a Chile, o si aquella es el resultado natural de una síntesis fotográfica. Lo cierto es que Quintana debió haber tenido un interés no menor en el Muralismo mexicano y sus alcances sociales. Por lo tanto, es plausible pensar que este fotógrafo genera imágenes a gran escala (1x 3mts, 2 x 2mts) y las instala en lugares públicos teniendo como horizonte la conmoción perceptiva que habían logrado los artistas mexicanos en su país. De igual modo debe señalarse que la búsqueda formal por imágenes de gran formato y resolución fue una premisa estética levantada por fotógrafos norteamericanos, hecho que ya era conocido por lo menos desde los años 20, lo que nos sitúa en un estadio de transferencias y acopios técnico-estéticos relevantes.

Precisemos que la obtención de copias a gran tamaño se opera gracias a negativos de mayor diámetro, mejorando el nivel de detalle y gama de grises de la copia. Si a esto sumamos las contribuciones de Quintana en el campo de la reproducción, tenemos que sus fotografías generan un impacto visual de tipo realista en el espectador de su tiempo, no acostumbrado a este tipo de precisiones ópticas. La foto-mural invita a que el público se sumerja en la copia y olvide los límites de su bidimensionalidad, viviendo, por así decirlo, dentro del plano una multitud de detalles finos. Es más. En relación al poder óptico de la fotografía Siqueiros ya había tenido una experiencia medular:

“La experiencia le valió documentar los procesos plásticos como tarea fundamental, no solo como vía de corrección sino para darle a sus murales un sentido dinámico de perspectiva a través de la poliangularidad; es decir, lograr un truco óptico que, basado en la geometría, ofreciera al espectador, al momento de apreciar la obra, mirarlas en planos naturales y movimientos acordes al ojo humano y otorgarla una sensación de mayor viveza”. (9)

De la misma manera, Quintana es consciente también del poder comunicativo del medio fotográfico. Sabe que la fotografía puede hacer sensible cambios operados a nivel social. Ya en 1935 el fotógrafo había obtenido un premio por una fotografía de carácter fabril, donde el tema del trabajo y el obrero empieza a ser el protagonista en contraste con las temáticas fotográficas de ese entonces. Él es un fotógrafo que buscará sus tópicos en la urbe y en el campo, a plena luz del día; recorre Chile entero en busca de una identidad, de un corpus físico y estético acorde a las construcciones simbólicas y matrices que lo han impulsado desde joven. En otras palabras, al igual que el Muralismo Mexicano, que repudia la pintura de caballete, el fotógrafo, desde la calle, va articulando dentro de sus registros la figura histórica del proletariado, del obrero y del campesino. Como diría Volodia Teitelboim, en fraseología partidista:

“…Su máximo personaje es el Pueblo Chileno. Nadie lo fotografió como él, podría decirse, nadie los pintó con la cámara como él. Porque era el hombre de ese pueblo, supo mostrar su rostro, enseñar su espíritu.” (10)

En 1945, finalizada la Segunda Guerra Mundial, y en el marco de la Marcha por la Paz, Quintana expone en la Alameda fotografías murales con los retratos de los líderes de los países aliados. Esta exposición crea un precedente iconográfico y es que a partir de entonces las marchas del Frente Popular fueron presididas de enormes fotos de los dirigentes del partido. Quintana en este caso opera como un vector en las transacciones de la imagen política, aspecto que permite relacionarlo con las necesidades orgánicas del partido.

Realismo y productivismo de la fotografía

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“La historia de los que carecen de linaje será asumida por un fotógrafo que transfiere un diagrama eisensteniano en la construcción de la toma: Antonio Quintana.” (11)

La lectura eisensteniana de Pastor Mellado no es caprichosa. Recordemos que gran parte de la obra de Quintana tiene como protagonista visual a las clases ascendentes desde finales de los años treinta: los nuevos profesionales, la burocracia estatal, el proletariado y campesinado, destinatarios todos ellos de los discursos del Gobierno Radical de Aguirre Cerda, aparecen fotografiados de una manera en que la construcción del encuadre y de la angulación en contra picado les confieren una portentosa perspectiva sobre el eje normal de la mirada, de tal suerte que el espectador es llevado a descubrir una nueva dimensión social que antes no percibía.  O más aún: a reconocerse como tal, como verdadero sujeto de la historia, empinado gracias a una nueva techné por sobre las condiciones tradicionales de la visualidad. En este sentido, y salvando las distancias cronológicas, es plausible asociar a Quintana con el pintor Mulato Gil(12):

“…en la medida que ambos se concentran en la producción de la imagen de clases ascendentes. En Quintana, el ascenso ha sido puesto en movimiento por el “Estado radical”. Y en consecuencia, su mirada es productivista”. (13)

Esta construcción de angulaciones y encuadres fotográficos con propósitos connotativos y pedagógicos no es privativa de la obra de Quintana. Sin duda, está presente en la arquitectura de los planos del Acorazado Potemkin, pieza fundamental del vanguardismo fílmico y que Quintana llegó a estudiar. Pero existe un notable antecedente en la obra de Alexander Rodchenko, artista, fotógrafo, diseñador y cultor del Constructivismo(14) , que permite dimensionar y relacionar la obra del chileno de forma más clara y precisa. Rodchenko está convencido que la fotografía, siendo un producto del desarrollo industrial, debe dar una respuesta concreta y creativa a su tiempo, un tiempo pletórico de desafíos modernos, revolucionando las maneras de mirar. Obsesionado con la velocidad y la máquina, sus imágenes se ofrecen como escenarios dinámicos de una verdadera reingeniería visual. Sus bruscas angulaciones, sus reencuadres rítmicos y composiciones en diagonal representan una batería de procedimientos formales que intenta dar respuesta a los problemas perceptivos expresados por la arquitectura, el diseño industrial, el cine y la prensa gráfica. Son también, según el programa del manifiesto Constructivista, una búsqueda material y real en la solución de las necesidades publicitarias de la revolución soviética, en los inicios de la década del 20. Una revolución enérgica, voluntariosa y materialista para la cual el arte debe asumir un rol productivo y utilitario. De esta época son sus series de retratos en contrapicado de jóvenes de escuela en los cuales se expresa todo el vigor de una clase empoderada y proyectada hacia el futuro. Rodchenko ocupa en esos momentos una cámara ligera de 35mm lo que le permite una versatilidad en la toma sin precedentes. La revolución soviética es vertiginosa.

Sabemos que Quintana también ocupará cámaras de 35mm, pero desde finales de 1930 empieza a liderar una escuela basada en el uso del formato medio, de negativos de 6 x 6 cms, lo que le permitirá generar ampliaciones de gran resolución y tamaño, manteniendo una aceptable maniobrabilidad en el dispositivo de captura. Esta prescripción técnica del trabajo sostendrá particularmente, dentro de un contexto político y social muy definido, como es el de Chile, la estética y la política de sus fotografías hasta su muerte en 1972.

La situación del país a principios de 1940 es claramente paradójica. Con un crecimiento sostenido de la población en las ciudades, el campo, que concentra la mayor parte del territorio, es todavía controlado por la derecha dueña en su gran mayoría de los latifundios. Además, la Constitución de 1925 favorece la fragmentación política y limita las potencialidades de la izquierda de llegar al poder, todo esto en un ámbito electoral reducido (las mujeres no tuvieron derecho a voto sino hasta 1949) lo que prodiga un cuadro estrecho sino imposible de reformas profundas:

“(…) un país del Nuevo mundo con la organización social de la vieja España, gente del siglo XX conservando aún una sociedad feudal; una república basada en la igualdad del hombre y, aún así, con una aristocracia de sangre azul y una clase servil claramente separadas como en cualquiera de las monarquías del Viejo Mundo” (15)

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Quintana entonces responde con su particular mirada a este escenario complejo donde la cultura fotográfica es incipiente, recién ha abandonado la placidez del Estudio y ahora persigue apoderarse de las ciudades, bastión tradicional de la izquierda literaria. Si las imágenes de Rodchenko suministraban velocidad y dinamismo a una revolución agitada, Quintana, por el contrario, ofrece una imagen más controlada y regulada, necesariamente más “lenta” a una sociedad que por lo demás constitucionaliza todo cambio. En otras palabras, la herramienta visual que se utiliza en un momento dado, no puede ser sino proporcional a la demanda de imágenes que ese momento o paisaje plantea. Es lo que sucede con todos los movimientos artísticos en Latinoamérica que han operado en base a modelos foráneos:

«Su asimilación retrasada de las tendencias europeas de vanguardia coincide con una época en la cual nuestros países se ven agitados por una serie de conmociones sociales que no dejan de matizar la obra y la actitud de los artistas.»(16)

Sabemos que esta actitud en Quintana estará mediada por la estructura social y cultural de su medio. Militante toda su vida del Partido Comunista, es perfectamente razonable pensar que también los imaginarios sociales prodigados por la Intelligentsia  tuvieron ingerencia tanto en los modelos como en las operaciones visuales proyectadas en sus fotografías.(17)  Una ponderada construcción realista de los sujetos y paisajes implica ya una búsqueda planificada de todos aquellos elementos que configurarán la escena: luz, nitidez, perspectiva y encuadre, fondos, poses y fotogenia. En efecto, en aquellas fotografías donde la figura humana es relevante ésta evidencia una pose muy ejercitada aunque no menos circunscrita a su práctica y emotividad real. Es in situ donde el fotógrafo logra que la proxemia con los elementos y la kinesia de sus modelos se integren de forma positiva por medio de composiciones y angulaciones previamente definidas. Fondos uniformes y puros que remarcan los cuerpos; una extraordinaria nitidez de foco, miradas fuera de campo que se proyectan por sobre nuestras cabezas, geometrías industriales acentuadas, etc. todas estas condiciones formales de sus fotografías hablan de una intencionalidad pedagógica:

“(…) Quintana decía “hay que hacer revolución desde la mirada”, entonces, hablamos por un lado de una estética formal, y por otro lado de una visión política que define un modo de hacer fotografía (…)” (18)

Profundizando la lectura anterior, hay algunos que piensan que esta concepción política de sus imágenes está emparentada con el paradigma estético del Realismo Socialista. Más allá de esta interpretación, el concepto de realismo socialista puede aportar a comprender algunos rasgos de su obra, pero de la misma manera que ha sucedido con otras construcciones de rango estético ésta debe ser matizada.

Recordemos que lo que define en particular a esta corriente estética es una hiperbolización de los valores revolucionarios socialistas. Este lenguaje visual históricamente determinado por los dictámenes totalitarios del régimen Estalinista, es heredero del neoclasicismo y de las tradiciones realistas de la literatura rusa. Enfatiza la exageración y la artificiosidad en todos los planos de la imagen, generando estereotipos físicos y conductuales que se van repitiendo agotadoramente a lo largo de su desarrollo.

Posteriormente, en los años 60 veremos que Quintana lleva a cabo dos grandes proyectos que aportan más elementos para comprender la obra altamente compleja de un verdadero arquitecto de la mirada fotográfica nacional.

Loreto Solís Petersen

Editora, Fotógrafa y periodista.

  1. Teitelboim, Volodia. «Se nos fue una obra de arte y de espiritualidad humana.» Diario El Siglo, 7 de julio de 1972.
  2. Salgado, Soledad, Retratos de la identidad nacional.  Diario El Mercurio.com, 25 de Abril 2009.  pág.17
  3. Collier, Simon, Sater, William F. 1999. Historia de Chile 1908-1904. Madrid. Editorial Cambridge University Press, Pag. 203.
  4. Fresard, Denise; Moreno José. 2006. Antonio Quintana 1904 – 1972. Santiago de Chile. Editorial Pehuén. Pag. 135.
  5. Gamboa, Marly. 2007. Contextualización Histórica y Artística de la obra fotográfica de Antonio Quintana. Tesina para optar al grado académico de Licenciatura en Artes con mención en Teoría e Historia del Arte, Universidad de Chile. Pág.68.
  6. Según Gonzalo Leiva en su libro Multitudes en Sombras. AFI. Santiago 2008 Editorial Ocho Libros. Pág. 26.
  7. Díaz, Belfor, Junio 1988, citado en Gamboa, Marly. 2007. Contextualización Histórica y Artística de la obra fotográfica de Antonio Quintana. Tesina para optar al grado académico de Licenciatura en Artes con mención en Teoría e Historia del Arte, Universidad de Chile. Pág. 97
  8. Citado Fresard,Denise; Moreno, José. 2006. Op. Cit. Pag. 85
  9. Juárez, América. Siqueiros, El Devorador de Imágenes. Investigación de la Sala de Arte Público Siqueiros. 2002. Pág. 4-5
  10. Fresard,Denise; Moreno, José. 2006. Op. Cit. Pag.12
  11. Pastor mellado, Justo. 9 de Marzo 2007 No hay Historia, no hay Critica, no hay Mercado. En su pagina web: www.justopastormellado.cl/edicion/index.php?option=content&task=view&id=426&Itemid=28
  12. Pintor de origen peruano. Fue el retratista oficial de la República naciente en Chile. Famosos son sus retratos de los próceres de la Independencia, todos ellos representantes de la clase dirigente acomodada.
  13. Pastor mellado, Justo. 9 de Marzo 2007 No hay Historia, no hay Critica, no hay Mercado. En su pagina web: www.justopastormellado.cl/edicion/index.php?option=content&task=view&id=426&Itemid=28
  14. Vanguardia artística de origen ruso, también conocida como Productivismo. Los constructivistas rusos promueven un arte de tipo práctico enfocado en los problemas industriales y materiales de la revolución soviética. Sus armas son las revistas y el cartelismo, la fotografía, el cine y la arquitectura.
  15. Collier, Simon, Sater, William F. 1999. Historia de Chile 1908-1904. Madrid. Editorial Cambridge University Press, Pág. 231.
  16. De Juan, Adelaida, Actitudes y Reacciones, en Bayón, Damián, 1989, América Latina en sus Artes, México, D.F. Andrómeda. Pág. 35
  17. Es lo que postula Alexis Díaz en su artículo “Antonio Quintana: El fotógrafo militante” en www.mercadonegro.cl/sfotografia/foto_quintana.htm.
  18. Gonzalo Leiva en Gamboa, Marly. 2007. Contextualización Histórica y Artística de la obra fotográfica de Antonio Quintana. Tesina para optar al grado académico de Licenciatura en Artes con mención en Teoría e Historia del Arte, Universidad de Chile. Pág.83.