por Mauricio delPino | Abr 21, 2022 | Galería abierta
El ejercicio de reunir y comentar en este pequeño espacio, sólo un puñado de fotografías de la extensa y valiosa obra que Álvaro Hoppe nos ha dado de los años 80, tiene como fin poner en relieve ciertas operaciones visuales del autor que nos han permitido advertir algunas constantes críticas de nuestra cultura y sociedad.
En relación con lo anterior, dos aspectos centrales se desprenden de la experiencia de Álvaro como fotógrafo en sus inicios. Lo primero, que ha sido ya destacado por el fotógrafo, es que gracias a su experiencia teatral previa (Teatro Invisible) toma conciencia de que los cuerpos, viviendo en circunstancias opresivas en Chile, pueden generar estrategias para resistir e irradiar esta resistencia en el espacio público. Esta vivencia teñirá éticamente y le dará tal sentido a su trabajo que después algunos podrán esgrimir en torno a su persona la idea de un “testigo invisible” de la historia. Lo segundo, a mi parecer, más inconsciente o por lo menos no tan evidente, es que la noción de montaje o escenificación teatral empezará a dialogar significativamente con los primeros libros de fotografía que caen sus manos, para ser finalmente resignificada-será puesta en cuadro- en su trabajo perceptivo sobre la ciudad. Una ciudad desgarrada por conflictos sociales y políticos, y que se va configurando de acuerdo con los nuevos patrones de consumo derivados de la economía neoliberal impuesta a finales de los 70. La astucia visual de estas fotografías es que logran escenificar la tensión que se está produciendo en la vida cotidiana de una manera cuasi gestáltica. Estas tensiones se dan entre una “figura” dominante en primer plano, casi siempre en un tercio de la imagen, que pertenece a la publicidad y/o la propaganda, y el “fondo” de la imagen, el “entorno” urbano, que se presenta de manera porosa, divergente con las referencias vehiculizadas por los tótems del primer término. Recordemos que las estrategias publicitarias y propagandísticas tienden a deshistorizar el presente y monumentalizarlo respectivamente. Lo deshistorizan porque apelan a un sujeto primitivo, pulsional más que reflexivo, en un tiempo “excepcional”, que es el tiempo de las virtudes del producto. La propaganda, en ciertos periodos históricos, encuentra a menudo en la retórica de la hipérbole un dispositivo económico para convocar imaginarios autoritarios, o legitimadores de la autoridad como sucede aquí. Pero lo más destacado de estas fotografías es que sus encuadres siguen despertando hasta hoy una inteligencia visual para con la ciudad. Mientras se propicie un espacio en el presente para resistir simbólicamente, los grandes Discursos y Marcas, las gigantografías y monumentalidades serán solo parte del escenario donde se juega nuestra identidad. Y algo es muy cierto todavía: las ciudades de Chile no han terminado de tensionarse.
Mauricio del Pino Valdivia
por Mauricio delPino | Abr 14, 2015 | Galería abierta
Al igual que el brasileño Arthur Omar con sus series sobre el carnaval carioca, el chileno Sergio Lopez Retamal busca registrar en los shows transformistas del Santiago nocturno, aquellos sismos psicosociales que las máscaras prodigan sobre el rostro y el cuerpo de quien ostenta el principio de todo carnaval: ser el Otro -en derroche.
Sabemos medianamente que en el campo de la sismografía los aparatos tienen por objeto dar cuenta de los intervalos producidos por un fenómeno, dentro de una escala cuantitativa y, por lo tanto, objetiva. Aquí el registro fotográfico intenta efectuarse dentro del «temblor mismo», es decir, la cámara es participativa: vive el temblor corporal como dentro de una capa en deslizamiento continuo. Efectivamente, se puede vivir dentro de una escala de tiempo-que es la que te entrega el obturador-pero si has decidido vivir ese tiempo en larga exposición seguramente el fotógrafo sentirá ese transcurso como si ocurriera en su propio cuerpo. En el mismo sentido, el cromatismo asignado por las fuentes se transforma en ese lapsus de tiempo en saturaciones corporales, en intensidades sobre-expandidas, en densidades mal contenidas, a tal punto que el color es presentado casi como si fuera una huella metrorragial. La apuesta de Sergio López, entonces, – como lo han hecho otros artistas- nos ubica ante la cámara como aquel médium perfecto del derrotero dionisiaco: borrar los límites que crea lo diurno para acceder al rio del transformismo.
por Mauricio delPino | Mar 26, 2010 | Galería abierta
La importancia de llamarse Cristian Maturana
«Yo es otro» o «Yo es un otro», la frase de Arthur Rimbaud «Je est un autre» extraída de una de sus Cartas de un vidente escrita a los 16 años, cumplió para su autor la función de separar el ser del hacer o percibir de ese mismo ser; como Rimbaud mismo lo ilustra, separar de la trompeta el bronce de la trompeta. La conciencia es una y debe saber escindirse de lo otro que acumula los contenidos de la identidad, la actitud y la conducta. Al asumir esa otredad dentro de sí mismo, el poeta despliega una libertad sin límites ya que la responsabilidad que la cautela es inmanente a quien ejerce dicha libertad.
Cristian Maturana citó la frase de Rimbaud en una exhibición previa en Bogotá de parte de los 19 retratos que ahora expone en Valparaíso y luego en Santiago, donde la ocupa de título, en una utilización que pareciera prescindir del significado subyacente para quedarse sólo con la literalidad de la frase, pues ella le basta y sobra para aludir a su trabajo. En éste, sin más, el ‘yo’ es el nombre –Cristian Maturana– en tanto el ‘es otro’ son todos aquellos que, desde sus diversas proveniencias y destinos, llevan dicho nombre sin ser el mismo ni él mismo, el autor. Limpiamente, el título enuncia la paradoja de un identificador de orígenes cristiano y vasco de extendida diseminación, y la unicidad excluyente de cada uno de sus portadores en común, paradoja que constituye la clave del proyecto de Cristian Maturana el autor.
Todas las connotaciones implícitas, desde la banalización de un nombre que portan tantos como los que aquí vemos y tantos y tantos más que no vemos, hasta la antojadiza diversidad y frecuente desigualdad de una existencia que reparte largamente aspectos físicos, oficios y devenires, quedan resueltos con la frase «Yo es otro».
No obstante, ello sólo acota, no involucra a nadie; pasa lista –19 Cristianes Maturana dicen ‘presente’ y dan la cara– pero no da cuenta de sus reojos, sus temblores y sus suspiros. Hasta que nos devolvemos al sentido de la frase de Rimbaud, más allá, más acá de su enunciado formal. Y éste nos aguarda, silencioso pero latente, como el papel mural sobre el cual Cristian Maturana el autor ha dispuesto a sus homónimos. Es el verdadero ‘es otro’ o ‘es un otro’, cuya existencia y reconocimiento despliega la libertad a ultranza del poeta. Cada CM se desdobla entonces y empieza a bailar su música irrefrenable por los vericuetos del empapelado floreado que alguna abuela hipotética de Cristian Maturana el autor –la abuela de todos y cada uno de los CM presentes y de todos y cada uno de los CM aludidos, por miles– les ha guardado estos años para su solaz infinito.
Mario Fonseca
Santiago, julio de 2008
por Mauricio delPino | Oct 26, 2008 | Privado
El gesto en política suele presentar una asimetría en relación al discurso oral de los propios políticos. Los medios se centran infructuosamente sobre los contenidos explícitos del discurso y no pueden o no deben gastar tiempo en leer la organización y estructuración de la kinesia en la creación propagandística, el «paratexto» del relato. Esto no impide que busquemos las microeconomías que la hacen posible. Como decía Godard, «es un trabajo» al que debemos tenerle mucho cariño para poder visualizarlo. Por otro lado, el gesto en la política y en la empresa quizás no ha sido explorado de forma tan atrayente como lo ha hecho Antoni Muntadas.
por Mauricio delPino | May 22, 2008 | Privado
Podríamos pensar que existe algo así como un «Imaginario del Lago Ness». Esta pequeña serie está basada en la morfología plástica de aquellas imágenes que una vez nos golpearon como procedentes de las profundidades del lago escocés.
Un patrón característico de estas imágenes respondía al hecho de que se nos presentaban de la forma menos clara y definida posible, generando la sensación de que toda mirada sobre el más allá debe su encanto no tanto al objeto percibido en sí como a la imagen misma de la percepción, es decir, lo poco definido.
Claro, el cuento es que después se supo que no había ningun animal prehistórico y que las imágenes que todos adorábamos (como preciosos fragmentos de lo Desconocido) no eran sino el producto del aburrimiento juvenil en aquellas latitudes tan lejanas. Eso nos pasa por ser tan poco iconoclastas!
Algunas anécdotas técnicas de este trabajo: los archivos originales corresponden al registro de un lobo marino merodeando en Caleta Portales. Las fotografias pasaron por una serie ecléctica y desmesurada de cambios de resolución y calidad, interpolación y efectos de filtro digital.
La famosa fotografía obtenida por Wetherell
La afamada fotografía de esta criatura obtenida por Wetherell y que durante mucho tiempo se consideró como la prueba del Monstruo del lago Ness; fue confirmada como un engaño por las confesiones de Chris Spurling, yerno de Marmaduke Wetherell, en su lecho de muerte. Spurling afirmó que dicha fotografía, la cual inspiró un gran interés popular por el monstruo, era en realidad un montaje de arcilla pegada a un submarino de juguete. Wetherell, uno de los grandes cazadores, había sido convencido falsamente para buscar a un monstruo imaginario en los alrededores que resultó ser una broma de niños, lo que provocó que fuese ridiculizado públicamente por “Daily Mail”, el diario que lo empleó. Por consiguiente, Marmaduke Wetherell realizó una broma para tomar venganza, y trabajó en esta con Chris Spurling (su yerno según lo mencionado) quien era un especialista en la escultura, Ian Marmaduke (su hijo) quien compró el material para el Nessie falso, Maurice Chambers (un agente de seguros) quien llamaría a Robert Wilson (un cirujano) que publicara las fotografías.
Sin embargo, Mucho antes de las afirmaciones de Spurling, otros ya habían declarado falsas las fotografías, y han sugerido que la fotografía podría corresponder a una nutria o alguna especie de ave acuática. Sin embargo, a pesar de las confesiones de Chris Spurling, algunas personas todavía creen que son reales las fotografías, argumentando que el hecho de mostrarse dos fotografías que representan dos poses ligeramente diferentes, sería una evidencia en «contra» de una broma. Pero los retractores, entre ellos personas dedicadas al análisis de fotografías, indican que este hecho no es válido para descartar el fraude, ya que esas fotografías pueden ser realizadas de múltiples formas. Información obtenida en: http://es.wikipedia.org/wiki/Monstruo_del_lago_Nes