Un paisaje como manifestación del incosnciente

Un paisaje como manifestación del incosnciente

A modo de apunte volvemos a los márgenes de la ciudad y nos hacemos la misma pregunta que los surrealistas contestaran en sus errabundeos por los límites del París turístico: ¿es posible «ver» un paisaje como si de un inconsciente se tratara, como si la configuración del terreno alterado y las formas encontradas dieran cuenta de la irrupción de un vaciado del inconsciente?  Esto es lo que parece ocurrir en los bordes de una ciudad que no sabe qué hacer con sus desperdicios, con sus desechos. Pues, en rigor, una cultura cimentada en el consumo de lo obsoleto está obligada a negar esta perentoriedad de los bienes, y de forma casi invisible, a arrinconar hacia los espacios «banales», los «no lugares», los bordes imprecisos y contingentes esta obsolescencia de la vida doméstica. Al mismo tiempo, dichos espacios que se transforman en territorios de alteración constante se nos aparecen como parajes que debemos descifrar y dimensionar en su fenomenología.

Paradojicamente aquí la ciudad se manifiesta en apariencia sin contención ni filtros,  las quebradas y cuencas del estero se atiborran de desperdicios generando un cambio de dimensión: de paisaje a escenario.  ¿Cuál es ese escenario que encontramos coincidente con los hallazgos de la desorientación surrealista? Es una pregunta que intentaremos contestar desde la imagen. Por ahora, la edición que se ha dado a estos registros se acerca a una especie de visualidad iniciática: se generan percepciones que caen bajo el umbral de la figura y fondo frente a estímulos recurrentes y repetitivos. Se podría decir que son imágenes que se producen entre la vigilia y el sueño. Imágenes para vaciar.

Agosto: Un homenaje a «Las Alas del Deseo»

Agosto: Un homenaje a «Las Alas del Deseo»

Dentro de la filmografía importante de Wim Wenders se encuentra la antologada película «Las Alas del Deseo» de 1987.
En ella hay un secuencia muy sugerente y reflexiva de planos de conductores desplazándose velozmente, donde escuchamos la en voz en off de uno de los personajes (un angel) quien se pregunta  por la existencia de innunerables ciudadanos dirigiendose en soledad hacia un destino que no conoceremos nunca.

Dicha secuencia de rasgos poeticos y filosóficos ha inspirado esta serie fotográfica en proceso que intenta hacerse la pregunta por el ser pero desde las carreteras triunfantes de Chile.

«Wim Wenders —según sus propias palabras—, ya radicado en los Estados Unidos, volvió a Berlín con la idea de hacer un fim sobre ángeles y sobre la ciudad dividida por el muro. Le pidió a su amigo y guionista Peter Handke que escribiera una historia sobre ángeles, pero Handke le dijo que no se sentía capaz de hacerlo. A los pocos días, Handke lo llamó diciéndole que podría escribir algunos monólogos para que Wenders empezara a filmar. De modo que el film se llevó a cabo partiendo de una idea muy vaga, sin guión, filmando escenas sueltas en una especie de brain storming con los actores. El primer resultado fue un film casi mudo al que luego se le fueron agregando en off, voces y pensamientos de los personajes(…) El argumento gira en torno a dos ángeles invisibles que sobrevuelan el Berlín de la posguerra, observando y catalogando el comportamiento humano; la depresión y la desesperanza de las almas en la ciudad dividida por el muro.»

http://www.unpsicoanalistaenelcine.com/10.php

Las fallas que busca la fotografía contemporánea: hacia una «foto rasca»

Las fallas que busca la fotografía contemporánea: hacia una «foto rasca»

A una tendencia importante de la fotografía que se dice “contemporánea” le pasa lo mismo que le ha pasado a la gran mayoría de las artes visuales tributarias de Duchamp: está aburrida de ser artística. Empecinada en buscar en sus límites algo que la arroje a un “no ser” permanente, desea que se la tilde de sucia, fea, bastarda, en extremo ingenua; quiere que se la confunda con otra cosa; ojalá no fotografía; más bien, carente de autoría y que provoque hasta una mezcla de perplejidad y menosprecio. Indudablemente dentro de este estado de experiencias estéticas hay muchos matices que esta nota no puede asumir aquí.
Por de pronto, para entender esta permanente tensión recordemos la relación tan determinante y paradojal que mantiene con la tecnología. No pocas luchas se han llevado a cabo en su contra y en nombre del arte!! En la segunda mitad del siglo XIX era una fórmula ya bien conocida entre los fotógrafos pictorialistas la técnica de desenfocar en cierto grado el motivo (efecto flou) con el propósito de parecerse más a las “Bellas Artes”. Recordemos que  Julia Margaret Cameron hablaba de «ennoblecer» a la fotografía. Y sin embargo, hasta el día de hoy la publicidad se esmera en comunicar que la fotografía (entendida como el instrumento «cámara») es un producto de la más alta tecné al servicio de quien quiere ir de vacaciones y traerse un recuerdo lo más nítido posible. Es decir, “un espejo con memoria” instantánea para quien jamás se le ocurrirá convertirse en fotógrafo.
Hoy la industria fotográfica destina un 80% de su producción a ese mercado de personas y no existe motivo alguno para cambiar de dirección: precisión y automatismo son los atributos dominantes.
En efecto, la fotografía pareciera ser un medio al servicio de;  recordemos que su debut en sociedad lo hizo en nombre de la cienciaEste sello de nacimiento explica lo que muchos fotógrafos no se cansan de afirmar: que su trabajo no puede ser entendido como arte.

No obstante, las personas que hemos pasado por la enseñanza formal de las tecnologías visuales aplicadas sabemos que existe algo así como la técnica y el oficio, competencias por las cuales una imagen adquiere rango profesional en el mundo del trabajo. En otras palabras, la imagen debe tener cierto estatus y este rasgo mide la calidad de la misma. Esto es  muy claro en el ámbito del quehacer publicitario donde al fotógrafo se le prohíbe evidenciar la producción de la misma imagen so pena de que el trabajo no sea aceptado y sufra el descrédito de un mal artesano.  Una imagen que va a ser usada con motivos promocionales está exhaustivamente regulada y existen normas explícitas pero también tácitas que deben respetarse.

Entre los años 1998-1999 destiné gran parte de mi trabajo a realizar fotografías para personas que deseaban trabajar en agencias de modelos. Un amigo mío que oficiaba, entre otras cosas, de busca -modelos frecuentaba mi taller y cada cierto tiempo me traía fotografías realizadas en estudio en las agencias del centro de Santiago.  Lo que me inquietó maravillosamente de esas fotografías era que servían de indicación para todo lo que no debe hacerse si tu deseas ser un profesional de prestigio en el rubro de la imagen publicitaria. Las imágenes habían sido realizadas no previniendo ninguno de los problemas a que se enfrenta un rostro cuando se lo ilumina con un foco directo. Es decir, el tema de la intensidad y el contraste de la luz,  de la atenuación de las sombras y de los brillos  (el leitmotiv de lo publicitario) no existía o había sido trabajado de forma descuidada. A esto se sumaba el hecho de que los fondos eran prácticamente expuestos en su artificio y deterioro. Algo parecido ocurría con la fotogenia de los rostros y la pose que eran llevados a realizar los sujetos:  la construcción parecía forzada.  Yo finalmente leía esto: las sombras que arrojan  los modelos sobre los fondos, las coceduras y pliegues de los sinfines, la kinesia de los cuerpos eran los verdaderos protagonistas de las fotos. En lenguaje coloquial, eran fotografías provenientes de agencias “rascas”, de “medio pelo”, de “mal gusto”.

Sin meditarlo mucho me puse a practicar de inmediato en la técnica del error forzado (y también azaroso) con el objetivo de lograr fotografías bizarras y encontrarme pronto en las fronteras de lo que se conoce como una buena fotografía. Por fortuna no me faltaron eventos para experimentar. Una competencia de Estilistas en Estación Central me prodigó la oportunidad para encontrarme con la construcción estética de las fantasías urbanas del peinado. Las fotografías exhibidas aquí (imágenes de archivo y obra) corresponden solo a una muestra del corpus total.

En los jardines de Versailles

En los jardines de Versailles

Muchos proyectos fotográficos han nacido de la observación de lo doméstico y ordinario.  En este contexto de una percepción fotográfica, me parece sin embargo, que los viajes permiten desterritorializar la mirada y potenciar el flujo de nuevas ideas. Esta serie menor da cuenta de una relación familiar en viaje : la madre que es observada por su hijo acompañante por los jardines de un Versailles.

Moteles en la región del Maule

Moteles en la región del Maule

Los medios audiovisuales, radiales y electrónicos han instalado en los ultimos años una serie de tematizaciones sobre la sexualidad de los chilenos, en los que se ha pretendido privilegiar la exhibición ficticia y/o documental de las experiencias y visiones de mundo de los propios actores. El contenido de esas producciones culturales como su impacto social y cultural no puede ser discutido aquí. Lo que debe tomarse en cuenta es que independientemente del medio y de la diversidad de visiones todas estas experiencias responden a imaginarios, es decir, son construcciones simbólicas complejamente configuradas.En ese sentido, y al contrario de la tendencia audiovisual, esta serie fotográfica echa un pie atrás y se sumerge en el poder de los signos. Prefiere el momento anterior a toda cosificación y exige un estudio de anatomía comparada para irse preguntando por los niveles de significación que generan los MOTELES  chilenos.

¿A qué sensaciones y connotaciones llegamos con estos volúmenes encontrados en Talca, Linares y Cauquenes. ¿Qué nos pasa? ¿Qué significamos frente a su diseño, cromatismo, arquitectura y entorno?

Este trabajo visual forma parte del proyecto  «A la deriva, Cuatro fotógrafos en el Maule» ,FONDART 2008, y  se inscribe en el tipo de fotografìa referencialista y descriptiva que tiende a generar lecturas tipológicas del mundo. La metodología ocupada prácticamente inhibe la gestualidad expresiva del autor en favor de un registro «neutro» centrado en las particularidades físicas del referente.  A menudo, este tipo de fotografía es objeto de lecturas conceptuales por lo que puede entenderse como «fotografìa racional». La apariencia y la presentación de estas imagenes motiva nuestra facultad de comparar, clasificar, ordenar, serializar.