Presentación del libro «Scuola Mía»
«Buenas tardes, dividiré mi exposición en tres momentos:
Estos momentos girarán siempre en torno a la obra de Maite, pero en niveles y en capas distintas.
Primer momento: Atget y la ciudad
En 1860 Napoleón tercero da un mandato al prefecto de París Georges Haussmann de abrir una basta red de bulevares en la vieja y medieval ciudad de París. Derribando barrios y edificios que existían desde hace siglos. Hasta ese momento la ciudad estaba formada por células aisladas y callejones estrechos.
Cuarenta años más tarde el fotógrafo Eugene Atget recorre las calles parisinas en busca de habitaciones, suburbios, portales, barrios, plazas, callejones, vitrinas, árboles y esculturas que daban cuenta de esa ciudad medieval que rápidamente era destruida dándole cabida a la ciudad moderna de amplias avenidas y comercio vertiginoso.
Así, con su cámara de gran formato va acumulando un valioso material visual de la ciudad que aprovecha de vender a sus amigos pintores. La importancia de Atget se encuentra en su sensibilidad y sistematicidad para registrar una realidad frágil y evanescente. La fotografía es utilizada como un lenguaje que nos permite acceder a la historia de una forma completamente diferente: ahora son las huellas anónimas de los seres humanos las que cobran vida y relevancia. Atget tenia además la costumbre casi surrealista de poner al reverso de sus fotografías como la que vemos, la frase: “esto va a desaparecer”.
Bien, podemos pensar en Atget como una persona que no tenía incorporado quizás dentro de sus términos la palabra patrimonio, y sin embargo, desde su oficio como fotógrafo, obsesivo y solitario, sí existía en él ese compromiso para con su entorno. Posteriormente Atget donaría al museo de Paris una gran cantidad de negativos.
Segundo momento: la descentralización de la imagen documental
En 1960, con motivo de los 150 años de la independencia nacional se organiza la exposición fotográfica colectiva “El rostro de Chile” liderada por el fotógrafo Antonio Quintana. La importancia de esta exposición es que permitió conocer el Chile como país y no solamente como paisaje. Nunca antes se había realizado una muestra de tal envergadura que integrara el trabajo, la geografía y la realidad humana de regiones. Quintana fue un destacado fotógrafo documentalista que recorrió varias latitudes de nuestro país registrando la vida cotidiana de los obreros, mineros, campesinos, artesanos, pescadores y tejedoras con una misión dignificante y comprometida, lo que le valió la posibilidad de mostrar su trabajo en el extranjero.
Hoy, cercanos al Bicentenario y gracias a las nuevas tecnologías digitales tenemos una fotografía documental quizás más abierta y visible al mundo. No dependemos tanto de una gran exposición que nos muestre lo que somos, pero aun nos falta, dentro de las tareas del foto documentalismo, hacernos cargo comprometidamente con lo que sucede en nuestras regiones, barrios, calles en fin: nuestro entorno. Uno de los ejemplos concretos estaría sucediendo en Internet. Precisando, la obra de Maite mucho antes de traducirse en un libro fue un trabajo que se expuso y se visibilizo por Internet en un portal dedicado a la fotografía. En estos momentos muchos fotógrafos profesionales y autodidactas están trabajando desde sus hogares, desde sus regiones, mostrando sus propias realidades, descentralizando la mirada.
Tercer momento: el espacio y la relación con el ser
“Encerrado en el ser, habrá siempre que salirse de él. Apenas salidos del ser habrá siempre que volver a él. Así, en el ser, todo es circuito, todo es desvío, retorno, discurso, todo es rosario de estancias, todo es estribillo de coplas sin fin”.
Gastón Bachelard, La poética del espacio.
Lo que quiero decir con esta cita es que durante el desarrollo de nuestras vidas, el espiral de la existencia te lleva por diversos caminos los cuales favorecen o benefician la capacidad de retornar, de volver, de reflexionar para resolver o sanar ciertas cosas. Y sin embargo, hoy, este espiral se hace un poco más complejo. Pensemos en nuestras vidas. En la actualidad, estamos permanentemente en movimiento, en una constante fractura que nos lleva a abandonar nuestros espacios originarios, los barrios, la escuela, nuestros amigos, los lugares de trabajo se dispersan y parecen continuamente cambiar de rostros. Hoy, al parecer la velocidad y el cambio rigen nuestras vidas.
Para Maite este retorno a la Scuola con cámara en mano sería una manera de volver a su infancia. De pagar algunas deudas producidas por esta fractura natural de los ciclos de la vida. Y agradecerle en parte a su antiguo colegio por el cobijo y su incondicional apoyo luego de fallecido su padre. Era pues necesario volver y revisitar con los ojos de niña aquel espacio lleno de felices vivencias, sentir que sin ser estudiante todavía forma parte de lo que ve allí.
Pregunta Bachelard: ¿Dónde está el peso mayor del estar allí, en el estar o en el allí?
Quizás esta interrogante no tiene respuesta ya que al parecer un término siempre se constituye con el otro, somos seres espaciales por naturaleza y nuestros espacios hablan de nosotros mismos.
Lo anterior se puede relacionar con una característica varias veces comentada del trabajo de Maite. Si el concepto de patrimonio tangible con frecuencia utiliza fijaciones geométricas para referirse al valor arquitectónico e histórico de algún inmueble, el patrimonio intangible de Maite nos devuelve el espacio como un lugar vivo.
Por otra parte, podemos pensar en forma crítica sobre los colegios recordando a Foucault. Para Michelle Foucault estos espacios han sido por excelencia lugares de normalización, de reglamentación y disciplinamiento tanto del cuerpo como de la mente. Sabemos también que en estos lugares se establece un sistema de vigilancia que administra y examina los espacios denominado sistema panóptico. Esta administración genera una verdadera economía del espacio y del tiempo, fija prioridades y establece programas y conductas de utilidad. Ejemplos cotidianos serían: la carrera hacia PSU, el sistema de nivelación y excelencia académica, el Simce entre otras.
La mirada de Maite se ejerce en un momento de total descalce respecto de esa administración temporal, Maite se permite fluir en otro tiempo. En aquellos años, cuando se aburría de las cátedras de algún profesor centraba su mirada por las ventanas, entreteniéndose con lo que sucedía en la cancha. Tiempos personales, íntimos, huidizos, que no pueden ser estandarizados. En otras palabras, el trabajo de Maite es producto de una mirada intersticial y residual.»
Loreto Solís Petersen
Editora y Periodista
Diplomada en Fotografía digital