Las animitas, tal como se nos presentan a menudo en la urbe: como altares, templetes, ermitas, “apachetas”, instalaciones, grutas y arquitectura espontánea, se brindan al fotógrafo en uno de sus rasgos más sobresalientes, a saber: como una irrupción marginal del ser simbólico-expresivo. La animita “se construye” en virtud de una visión de mundo que responde, sin mediación de autoridad, a circunstancias extraordinarias del momento y lugar. Por ende, existirán tantas “animitas” como subjetividades se expresen a propósito de un “fulminante aquí y ahora”. Así nos llega entonces, su virtualidad inminente, la riqueza de sus detalles y fragmentos, la heterogeneidad y abigarramiento de superficies, soportes y formatos, la multiplicidad de condiciones que la transforman y la devienen; un acontecer,incluso, de reciclajes y reusos, de procesos energéticos en desarrollo que el fotógrafo descubre en los espacios limítrofes de la ciudad.
Las fotografias fueron tomadas en cuatro “sitios” diferentes:
” Animita de los Carabineros”, Av Santos Ossa, sector La Planchada, Valparaíso, caso ejemplar donde la animita se expresa a pesar de la institucionalidad de carabineros y se adapta y sobrevive a las circunstancias más variopintas.
Animita “Ita”, ubicada en Canal Chacao, sector Norte, en el límite de las Comunas de Viña y Quilpué. Una de las animitas más milgrosas y profusas de artefactos y signos.
Animita “Melany”, ubicada en camino Las palmas, Viña del Mar;se caracteriza por la gran cantidad de peluches que la tributan. Fue removida de su lugar original y cambió la estructura mayor que la cobijaba.
Animita Julia y Luisa, quizás una de las más antiguas.(1930) Ubicada en Av colon, entre San Ignacio y av Francia, cerca del Hospital van Buren. Corresponde a dos personas, Madre e hija, fallecidas por derrumbe de una pared de tierra y piedras.
Estos acercamientos fotográficos corresponden a alumnos del Taller Avanzado de Telefónica: Maribel Lizama, Fabiola Araneda y Oscar Ahumada.